1943: la población judía de Roma, a la que hasta entonces no habían afectado los horrores del Norte, vive atemorizada por los nazis. Con el Tercer Reich a punto de venirse abajo, los ocupantes alemanes de la Ciudad Santa ofrecen a los judíos la posibilidad de pagar un rescate por sus vidas: si los judíos de Roma pagan diez millones de dólares a los alemanes, su seguridad estará asegurada. El gran rabino de Roma, incapaz de reunir esa cantidad de dinero dentro de la comunidad, sabe que el único hombre capaz de conseguir un crédito es el jefe judío de las finanzas del Vaticano. Sin embargo, las reservas del Vaticano están bajas y el papa Pío XII sabe que se necesitarán todos y cada uno de los óbolos de San Pedro una vez terminada la guerra, de modo que propone otra solución. Envía a un joven sacerdote de confianza a Estados Unidos para obtener la suma de dinero de un donante muy especial. La misión es un éxito y los diez millones de dólares se trasladan a Roma en un baúl. Sin embargo, los ocupantes alemanes nunca recibieron el dinero y con una rapidez y eficiencia encomiables los nazis montaron a los judíos en trenes con destino a los campos de concentración del Norte.
Una semilla malévola, regada con la sangre de los judíos, empieza a germinar en las entrañas de la Santa Sede: se trata de la traición divina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario