Una nave frente a las costas griegas. A bordo, una mujer trata de distinguir el perfil del Peloponeso en la luz incierta del crepúsculo. Es Helena de Troya, devuelta a su patria por su marido, Menelao, después de la destrucción de la orgullosa ciudad. Al viento y a las olas, ella confía su propia historia. Y su voz, melancólica y vibrante, nos habla de una criatura sedienta de amor, llena de pasión y sensualidad, pero obligada a casarse con un hombre al que no ha elegido. Una decisión de la que nacerán lutos y tragedias, porque Helena buscará entre otros brazos aquello que le ha sido negado. La figura de Helena irrumpe en el relato con la fuerza, la rabia y la dulzura de un personaje auténtico, arquetipo de todas las mujeres que a través de los tiempos han opuesto las razones del corazón a las del poder.
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